RESEÑA: CARNAVAL DE MONSTRUOS

Hablar de Richard Garfield a estas alturas es volver a comentar sus grandes éxitos, muchos de los cuales han dado forma de manera irrepetible a ciertos aspectos del mundo de los juegos de mesa. Es uno de los diseñadores más influyentes del mundillo, y lejos de quedarse al margen y dedicarse a vivir de su primer y arrollador gran éxito, Garfield ha vuelto de manera habitual a crear juegos de todo tipo que han sabido mantener el tipo en un mercado tremendamente competitivo. El año pasado llegaron a nuestro mercado tanto Bunny Kingdom como Keyforge, dos juegos de estilos muy diferentes de los que estamos a punto de ver nuevas ampliaciones en breve. 

Mientra tanto Mercurio ha traído por fin otro de los diseños más esperados del creador, Carnaval de Monstruos. Este juego resulta curioso pues comparte ciertos conceptos con el famoso Magic, pero usados en mecánicas totalmente.diferentes. Volvemos a tener tierras y criaturas, pero el proceso en el que se usan cambia bastante. 

En Carnaval de Monstruos nuestro objetivo es conseguir una galería de monstruos espectacular, organizando expediciones durante cuatro temporadas a tierras lejanas y tratando de traer de vuelta a los más vistosos y espectaculares. Para ello, como en Magic, deberemos conseguir tierras del tipo adecuado para encontrar monstruos de dicho tipo. Cada temporada se favorecerá un tipo de criatura diferente, y aquellos que logren más criaturas de tal tipo lograran puntos de victoria extras.

En nuestros periplos iremos contratando a especialistas y superando objetivos que darán más valor a nuestro carnaval personal. Por desgracia, el dinero manda. Toda esta operación requiere de fondos, que están tremendamente limitados. Contratar a los especialistas, tener bajo control a las criaturas más peligrosas y superar ciertos eventos requieren que hagamos una inversión fuerte.Y el dinero no se consigue fácilmente. Es por ello que es casi inevitable acabar teniendo que recurrir a préstamos bancarios, que nos conseguirán liquidez, pero sacrificando puntos de victoria a cambio. 

Hay dos reglas relevantes a la hora de entender este juego. Para empezar se trata de un juego que usa la mecánica de draft, por la que cada jugador elegirá una carta de su mano, la jugará, y pasará el resto de cartas no usadas al siguiente jugador, recibiendo a su vez la mano del jugador previo. De este modo podemos saber más a o menos lo que hay en mesa, pero también vamos un poco a ciegas, pues las decisiones de cada jugador definirán qué cartas pueden llegar a volver a nuestra mano. A la hora de jugar una carta no sólo debo asegurarme de que me sea útil, sino de la utilidad de lo que no uso para los siguientes jugadores. 

La otra mecánica importante es que SIEMPRE debes jugar la carta que elijas cada turno. Eso puede ser ponerla en la mesa y activarla, o archivarla, pagando 1 corona al hacerlo. Puedes archivar cualquiera de las cartas disponibles; quizás porque es un objetivo que sólo se tiene en cuenta al final de la partida, o una criatura para la que no tienes aún las tierras necesarias, o un especialista que no puedes pagar en el momento. De cualquier modo, si no la juegas deberás pagar 1 corona a la banca al archivarla. En turnos posteriores podrás jugarla si ya cumples los requisitos. Pero los monstruos, por ejemplo, no se tendrán en cuenta a no ser que hayas llegado a jugarlos. Esta obligación de tener que usar una carta es la que suele provocar que eventualmente tengas que pedir un préstamo, aunque no lo quieras. 

Algunas criaturas tienen características especiales, como la posibilidad de robar y utilizar cartas nuevas cuando las juegas. Algunas pueden ser especialmente peligrosas, y a no ser que hayas conseguido jaulas de contención es posible que tengas que contratar seguridad especial (y sí, quizás pedir préstamos para poder cubrir los gastos que eso acarrea). 

De un modo u otro, al final de la cuarta temporada se comparan los Carnavales de cada uno de los jugadores, teniendo en cuenta el valor de los monstruos capturados, los objetivos extras logrados, el dinero del que disponemos, y las deudas que hayamos podido acumular con el banco. Aquel que consiga tener el valor más alto después de haber calculado todos estos factores será el ganador. 


En definitiva Carnaval de Monstruos es un juego en el que tendremos que elegir sabiamente qué recursos ponemos en juego, aprovechar los objetivos que se nos cruzan por el camino y tratar de sacar el máximo partido posible a las criaturas que capturas. La sabia adecuada gestión de esos elementos será lo que nos de la partida. En este caso el objetivo valioso son Monstruos, pero su función no es más que la de trofeos. No los llevaremos a la batalla, cual pokemones, ni deberemos domarlos. Una vez capturados, su valor viene dado no sólo por su puntuación, si no por cómo los objetivos nos permiten hacer combinaciones que nos den puntuaciones altas e inesperadas.

Tras una primera partida te quedarás con ganas de jugar más. Las mecánicas son sencillas, y el juego es por naturaleza rápido. Un detalle interesante es que el juego tiene una gran cantidad de cartas, lo que posiblemente facilitará que las partidas se noten diferentes, pero quizás también influya en que en algunas temporadas sientas cierta frustración pues apenas han salido monstruos del tipo favorecido en dicha temporada. En cuanto a la presentación el juego tiende hacia los tonos oscuros, tanto en el arte como en los componentes, pero las ilustraciones de las cartas por lo general tienen una gran calidad. El tablero circular es casi anecdótico, pues básicamente se usa como delimitador para establecer dónde va cada elemento, pero no tiene un efecto real en el juego (y si te da por enfundar tus cartas apenas van a poder entrar todas en el mismo). Los tableros personales ya son otra historia, pues ayudan mucho a delimitar las diferentes zonas donde guardas tus cartas y como le pasas la mano al siguiente jugador. 

En definitiva es un juego muy divertido que no deberías dejar de probar. Es rápido y usa el draft de manera muy hábil, con unas reglas ligeras y que se aprenden enseguida, cartas suficientes para tener una gran rejugabilidad y variedad de partida a partida, y con la flexibilidad de poder jugar de 2 a 5 jugadores manteniendo el interés y la sorpresa. 
 


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